viernes, 16 de agosto de 2013

Destino... vacaciones

Las vacaciones son un momento ideal para reencontrarnos... con los amigos, con la familia y con las viejas maletas que, llenas de recuerdos de viajes anteriores, nos incitan a sumergirnos de nuevo en la red para buscar la mejor oferta online, cosa que nos desquicia, nos vuelve locos y nos deja mil dudas, al menos a mí.


Y es que cuando clico en "reservar" siempre me queda la duda de si estoy contratando un viaje de ensueño o una futura tortura. Llámenme cateta, que lo puedo ser en este sentido (a mí me gusta más considerarme prudente y precavida, en exceso quizás), pero cada vez que arrojo por la red cientos de euros para contratar las vacaciones no estoy tranquila hasta que no vuelvo y piso tierra firme, sobre todo si viajo con Ryanair, pero ése es otro tema.

Este año he ido a Estocolmo, como ya les digo, "a la aventura"; tanto, que el hotel al que iba no tenía ni recepcionista. Saludos y despedidas en sueco que me he ahorrado gracias al sistema de códigos y autocheck-in, cierto es, pero no se crean que no iba yo temerosa de Dios, aún siendo atea. Y es que, aunque sea en otro idioma, siempre gusta tener a alguien si la cosa se tuerce para poder chapurrearle espanglish o, en caso de falta de entendimiento total, como suele ser mi caso usar la mímica, depurada con los años gracias a jugar cada Navidad a Adivinar películas. A eso no me gana nadie.


 El caso es que lo hago todo por Internet porque es más barato y porque la falta de tiempo para acercarme a la agencia de viajes supera el canguelo que me produce la transacción económica. Si mi amiga Marta lee esto dirá que soy gilipollas, que por qué no recurro a ella, que es agente comercial en una agencia de viajes, y razón no le faltaría, que para eso están los amigos, pero ya les digo que al final lo que prima sobre todo lo demás es la guita.

Los más clásicos en esta materia, llegado el periodo estival, vuelven a su agencia de viajes de cabecera (si es que aún sigue abierta) y saludan a Carlos, su agente de viajes de las pasadas vacaciones que tan bien les asesoró. ¡Ah, no!, que ya no está, este verano saludan a Patri, la becaria de turno que lo sustituye, cosas de la crisis, y de los internautas, para que negarlo. Ahora mismo estoy entonando el mea culpa, no les digo más. Mil perdones para los cientos de agentes de viajes, el primero para mi amiga, por mi falta de compromiso con su trabajo.

Y es que, como leí en un tuit de Alberto Almansa hace nada, "nos están acostumbrando al paro tipo IKEA". Vamos a McDonald's o BurgerKing (por citar algunos), hacemos cola y recogemos nuestra mesa porque somos civilizados, cosmopolitas y nos gusta todo sistema extranjero de organización. Perdonen, pero NO, lo que somos es gilipollas, porque con nuestro civilizado ejemplo urbanita de dejar la mesa limpia para el siguiente le ahorramos al magnate de turno el sueldo del chic@ español (o no) que la iba a recoger, al hacer cola para pedir la comida hacemos lo mismo con el camarer@ y como éste decenas de ejemplos, que los empresarios españoles tampoco son tontos y copian este sistema a la misma velocidad que asciende el paro. O, ¿es que no lo ven?

Pero bueno, yo me iba de viaje, no a cambiar el mundo. 

Estocolmo es muy bonito, todos muy altos, muy rubios, muy cosmopolitas... pero todo muy caro, para mí al menos, que sólo me he dedicado a pasear, comer y beber (ser cultureta o como dice mi cuñada "sesudo" creo que está sobrevalorado, sobre todo a 100 sek la visita más tonta); luego parece que en Suecia tienen una magnífica política en vivienda y en educación, pero eso no lo he disfrutado, claro. Y supongo que era caro para una currante española, que para los suecos... los bares y restaurantes estaban llenos, no les digo más. Y borrachos, los que quieran. Bueno, tampoco era para tanto, había muchos... bueno, bastantes..., está bien, algunos, que por lo visto la tasa de alcohólicos ha descendido bastante en las últimas décadas (para una tara que tenían...). 

Y ¡qué bien viven en Suecia!, le decía el otro día a una amiga , ¡y cómo no, continué, si son los creadores del modelo IKEA! Está claro que les ha servido y de mucho exportar el sistema de laberinto ratonero para las tiendas, los muebles tipo kit y el autoservicio.

Pero voy a lo que voy... a las vacaciones. Qué bonito es viajar y ver lo bien que viven en otros sitios, el fresquito que les hace en pleno agosto, las islas (en lugar de parcelas) que disfrutan, los veleros y buenos coches que tienen  (sólo al alcance de los escayolistas españoles en pleno boom inmobiliario). Qué bonito es viajar... 

Pero más bonito es volver, y reencontrarte con tu calor asfixiante, que habías olvidado ya; con tu hipotecón, que revisas y comparas con los alquileres estatales de Estocolmo; con tu síndrome postvacacional, que nadie entiende; con tu pareja, que al regresar de los días de asueto parece que le ocurre lo mismo que a la carroza de Cenicienta al dar las doce (sobre esto ahondaré en otro post, no se me inquieten); pero sobre todo es bonito volver por esa rutina diaria establecida en cada hogar y qué tanta seguridad nos da. Esa rutina, que organizada al milímetro para poder encajar todas las piezas posibles, te deja tiempo para ir el trabajo, a la compra, para atender a los niños, a la pareja, al sexo, a la propia familia y a la política, para salir con tus amigos, con los de tu pareja, con los de tus hijos y sus papás... esa rutina, ya saben.

Y es que aunque al volver de las vacaciones siempre digo "hogar dulce hogar", y es de verdad, lo siento así (ya les digo que el "ir a la aventura" me acojona un poco); pasadas 24 horas..., ¡qué de anhelos me dejan los viajes! Siempre digo:  "Me voy a ir a vivir fuera de España, total...", y acto seguido: "Tengo que aprender inglés", y así todos los años. Como cuando cruzamos el umbral del año nuevo, ya saben, todos dejaremos de fumar, haremos dieta e iremos al gimnasio el mismo día 1, bueno el 1 no, que es festivo...el 2, tampoco, que cae en sábado este año...

Decirles que el viaje ha ido estupendamente, incluso con Ryanair. La experiencia de no tener recepcionista... magnífica, igual que la de recoger la mesa en Burguer King. 



jueves, 15 de agosto de 2013

Nunca más, bueno casi nunca...

Estoy revisando las entradas de mi blog y de verdad, qué melancólica me pongo a veces! Está claro que reaccionamos siempre de una manera más profunda ante hechos que nos hieren, pero ya está bien, que me voy a encasillar :-)