viernes, 17 de septiembre de 2010
Instantes antes
sábado, 4 de septiembre de 2010
Cosas del desamor
Y todo porque cuando el ser amado se pone frente a ti y te cuenta su visión de la relación es como si en ese instante alguien te arrancara el corazón de un mordisco y lo arrojara a una hoguera, una en la que se queman, además, los cientos de recuerdos que en ese momento llegan a tu mente intentando encontrar el por qué, la explicación que resuelva la ecuación que se te ha impuesto y de la que ni siquiera encuentras la equis a despejar. El problema es que esa operación no tiene solución, al menos no la que en un principio quieres hallar, pero de eso te das cuenta meses después.
Hasta que llega ese día, se pasa por distintas fases: incredulidad, negación, alegría desmesurada, odio y, finalmente, aceptación. Hay que pasar por todas y cada una de ellas para superar esta crisis, aunque hay quien desarrolla alguna más. El caso es que sólo cuando aceptas que no has tenido la culpa de ese desamor, que no es un fracaso que añadir a tu vida y que veces las cosas terminan sin que se sepa muy bien el por qué puedes avanzar y mirar al futuro. Al fin y al cabo es en él donde tienes que pasar el resto de tu vida.
Para ir en busca de ese futuro, siempre prometedor, sólo hay que andar y no perder un segundo en mirar atrás, fijarte como meta la propia felicidad, la cual está, gracias a Dios, en muchos más lugares que en el corazón de una sola persona. Búscala y disfrútala. Del desamor se sale, como de una gripe de invierno, sólo hay que tomar los medicamentos adecuados para curarse por completo y prepararse para la primavera, que cada año llega inexorablemente.
La medicación no es otra que una dosis de paciencia, calma y sosiego para aguantar la llegada del cambio de estación, mezclada con otra de optimismo, ilusión y esperanza para vislumbrar mejor el futuro, porque cualquier cosa llega a ser mejor que continuar al lado de alguien que no te quiere ni te respeta. Para endulzar esta píldora contra el desamor los amigos son el mejor azúcar, así que abusa de ellos lo que quieras porque no engordan.
Sobre el dicho de agarrarse a un clavo ardiendo, olvídalo, no sirve de nada, y de aquel de que una mancha de mora con otra se borra asegurarte desde aquí que sólo alivia, pero no cura. Contra la flaqueza, el desánimo y la desesperanza que te invadirán a diario sólo te tienes a ti mism@ y a la firmeza con la que creas en tu futuro. Vive y no te dejes matar por alguien que no te merece.
P.D. Para los que un día sintieron que su corazón se partía en dos.