lunes, 20 de diciembre de 2010
Instantes después
Ahora estoy en pleno salto, volando, con la mirada fija en el centro de la diana en la que debo aterrizar. No sé si el vuelo será largo o corto, sólo deseo no marearme mientras surque el cielo. No le tengo miedo a las alturas ni al aterrizaje, sé que será bueno. Y es que si hay algo que tengo claro es que el 2011 nos traerá a todos cosas buenas. No podemos ir a peor, no? Fuera de bromas, dicen que las mujeres tenemos un sexto sentido, yo lo afirmo, al menos yo sí que "presiento" cosas, por decirlo de alguna manera. No sé si serán deseos disfrazados de premoniciones o no, pero sea como fuere el año que entra será mi año. Ya lo veréis!!!! Lo he visto y me gusta. Las rodilleras las tengo preparadas para el aterrizaje, por si acaso, pero creo que será sufuciente con el optimismo.
miércoles, 1 de diciembre de 2010
El optimismo por bandera
Con esta actitud nueva dejaremos de llorar por no ver el sol y, al final, avistaremos las estrellas o esa ventana que se abre tras cerrarse la puerta. Y creeremos que el futuro, que se fabrica segundo a segundo, puede ser mejor que el presente, que se diluye en el pasado, también instante a instante.
domingo, 17 de octubre de 2010
Cuando dejé de ser periodista
El docente, además de ser el/la que transmite los conocimientos que los menores deben adquirir, es padre/madre de sus alumnos durante el horario lectivo, psicólog@, amig@, especialista en los distintos trastornos evolutivos y de maduración, detector de maltratos y un sinfín de cosas más que, por no aburrir, no relataré aquí. Y si todo eso fuera poco, el/la maestr@ tiene que responder ante la administración y los padres, cuya mayor preocupación son los resultados, sin importarles las circunstancias que a diario debe hacer frente el docente para, a veces, sólo educar.
viernes, 17 de septiembre de 2010
Instantes antes
sábado, 4 de septiembre de 2010
Cosas del desamor
Y todo porque cuando el ser amado se pone frente a ti y te cuenta su visión de la relación es como si en ese instante alguien te arrancara el corazón de un mordisco y lo arrojara a una hoguera, una en la que se queman, además, los cientos de recuerdos que en ese momento llegan a tu mente intentando encontrar el por qué, la explicación que resuelva la ecuación que se te ha impuesto y de la que ni siquiera encuentras la equis a despejar. El problema es que esa operación no tiene solución, al menos no la que en un principio quieres hallar, pero de eso te das cuenta meses después.
Hasta que llega ese día, se pasa por distintas fases: incredulidad, negación, alegría desmesurada, odio y, finalmente, aceptación. Hay que pasar por todas y cada una de ellas para superar esta crisis, aunque hay quien desarrolla alguna más. El caso es que sólo cuando aceptas que no has tenido la culpa de ese desamor, que no es un fracaso que añadir a tu vida y que veces las cosas terminan sin que se sepa muy bien el por qué puedes avanzar y mirar al futuro. Al fin y al cabo es en él donde tienes que pasar el resto de tu vida.
Para ir en busca de ese futuro, siempre prometedor, sólo hay que andar y no perder un segundo en mirar atrás, fijarte como meta la propia felicidad, la cual está, gracias a Dios, en muchos más lugares que en el corazón de una sola persona. Búscala y disfrútala. Del desamor se sale, como de una gripe de invierno, sólo hay que tomar los medicamentos adecuados para curarse por completo y prepararse para la primavera, que cada año llega inexorablemente.
La medicación no es otra que una dosis de paciencia, calma y sosiego para aguantar la llegada del cambio de estación, mezclada con otra de optimismo, ilusión y esperanza para vislumbrar mejor el futuro, porque cualquier cosa llega a ser mejor que continuar al lado de alguien que no te quiere ni te respeta. Para endulzar esta píldora contra el desamor los amigos son el mejor azúcar, así que abusa de ellos lo que quieras porque no engordan.
Sobre el dicho de agarrarse a un clavo ardiendo, olvídalo, no sirve de nada, y de aquel de que una mancha de mora con otra se borra asegurarte desde aquí que sólo alivia, pero no cura. Contra la flaqueza, el desánimo y la desesperanza que te invadirán a diario sólo te tienes a ti mism@ y a la firmeza con la que creas en tu futuro. Vive y no te dejes matar por alguien que no te merece.
P.D. Para los que un día sintieron que su corazón se partía en dos.
martes, 24 de agosto de 2010
La diferencia entre parcela y chalet
martes, 22 de junio de 2010
Voy de boda
El caso es que al final alguien siempre da la nota. Lo normal es que la den los novios, ya sea porque la novia se ha puesto el vestido más feo del escaparate o porque el novio le ha dado por hacer un striptease. Normalmente el novio hace el ridículo y termina ofendiendo a alguien. Pero son estas cosas las que más nos gustan de las bodas y en las que nos fijamos todos, o ¿no?
En unas horas hago tres años de casada. Teniendo en cuenta todo lo anterior, ya se imaginarán que me casé por lo civil y que pocas criticonas me pudieron poner por debajo del segundo puesto del famoso ranking, poniéndose ellas en el primero, claro. Déjenme esta licencia, que ya me criticarán ustedes en su casa. Me casé por amor, por demostrar lo que quería a una persona y por decir abiertamente que me unía a ella frente a todo y por el resto de mis días. Son tres años y se me han pasado volados, la verdad, supongo que es señal de que la cosa va bien.
Me enamoré de ti por tu noble corazón, por tu sentido de ver la vida, porque eres cariñoso, un fiel compañero, mi mejor amigo, mi amante, y porque sin duda supe siempre que tú eras el padre de mis hijos.
Me enamoré de ti porque no podía ser de otra manera, porque no entiendo la vida, mi vida sin ti. Te necesito porque te quiero y te querré cada segundo, cada minuto, cada hora de cada día, de cada mes y de cada año que viva. Te quiero, y hoy me entrego a ti para ser tu compañera, tu amiga, tu amante, tu esposa y la madre de tus hijos".
Sólo espero que tú mantengas aún los tuyos, los cuales se me grabaron a fuego aquel 23 de junio de 2007. En ellos me dijiste que "expresar un sentimiento con palabras es como tratar de esconder un tonel tras una escoba, la mayor parte se queda fuera. Para mi amarte es como un torbellino que me recorre de pies a cabeza, me hace un nudo en el estómago y termina torciendo mi cara para darte una sonrisa, es un loco que me empuja a hacer cualquier cosa por ti, es un enorme pájaro que me presta sus alas cuando estás a mi lado, y sobre todo es paz. No se como pagaré mi deuda con la suerte que te trajo a mi lado, quizás sólo pueda estar agradecido eternamente. Te quiero, y hoy me entrego a ti para ser tu compañero, tu amigo, tu amante, tu marido y el padre de tus hijos". Gracias, amor.
Feliz aniversario!!
jueves, 17 de junio de 2010
A mi barrio, voy en bus
Mi padre siempre me contaba de pequeña lo fabuloso que era ir en bus. Yo lo escuchaba atenta pero nunca entendí el por qué. Cuando fui creciendo me dí cuenta que mi padre es un hombre al que le gusta poco conducir; de hecho mi madre me ha ido relatando con los años varios percances que tuvo en su juventud por quedarse dormido al volante. Mi padre se duerme, como se suele decir, en el pincho una pita. Con este historial es normal que asegure que lo mejor es ir en bus. No en tren ni en avión, en autobús, quizás porque, además de todo lo anterior, se ha pasado trabajando toda su vida, y cuando digo toda es toda, en Alsina Graells. Vamos, la catalana para que me entiendan.
El caso es que mi padre no hablaba sólo de las largas distancias a la hora de elegir el bus, él se refería también al transporte urbano, al ecológico, al colectivo, al que va de barrio a barrio con un horario, vamos al que dice María Ángeles Luna, concejala de Comercio y Transporte, que hace Aucorsa. A ése. Hoy lo he descubierto y es maravilloso. Y lo he descubierto no porque no lo use, que lo hago a diario, ya digo que yo a mi barrio voy y vengo en bus. Lo he descubierto porque me he dejado el mp3 en casa y me he dedicado a observar lo que sucedía a mi alrededor para matar el tiempo. El trayecto del centro a mi barrio, en el distrito de Levante, es relativamente corto, pero suficiente para ver y escuchar de todo. Además las líneas que pasan por él son de lo más variopintas.
Con una de ellas atraviesas toda la ciudad, y por tanto varios barrios. Es la 6 y es la mejor de todas. Une Levante con el Polígono Guadalquivir, pasando, eso sí, por el centro. Así, te puedes encontrar a la señora o señor que van a trabajar de lo más humildes hasta los que aseguran que su barrio, el mismo que el de los otros, es parte del casco histórico y no se dejan ni una alhaja en la mesilla para ir a pasearse por el centro. En cuanto a la juventud… te encuentras desde los que parecen recién salidos de reformatorios hasta los que aspiran a ser pseudopijos. Pero lo bueno del bus es pararse a escuchar las conversaciones ajenas, ya sé que está muy feo, pero es lo mejor.
¿Quién no se ha enterado alguna vez yendo en autobús a casa de lo que le pasó a
Y es que te paras a escuchar y te enteras hasta de lo que no pasa, porque la gente es así. Pasa por una obra, por ejemplo, y, sin saber de nada, relata al que está al lado lo que se va hacer, lo que no, lo que se podía haber hecho y lo que hubiera hecho él. Todo eso cargando contra quien lo hace, claro, que nunca se abre la boca para contarle al desconocido que tiene al lado algo bueno, que para eso se habla del tiempo y listo. El que escucha le suele dar la razón, aunque sea como a los locos. Así que se baja más contento que unas castañuelas, pensando que si su mujer no le da la razón es porque es una mala pécora, porque fuera de su casa todo el mundo le entiende, jolín!
Ya les dije en una ocasión que estaba muy ocupada dando las noticias locales, eso me hace estar diariamente informada de lo que pasa, pues bien, no pasa un día sin que en el autobús me entere de una cosa nueva. Y me pregunto, ¿y esto por qué no lo cuentan los protagonistas en esas ruedas de prensa que dan a veces a bombo y platillo? Porque es mentira. Desde luego, hay ocasiones en las que me gustaría meterme en la conversación y poner algo cordura en algunas cosas que escucho, pero luego pienso para qué, si me lo estoy pasando bomba. (Nota mental: dejar el mp3 en casa todos los días).
Sin ir más lejos, hoy, camino de Ollerías pasamos por la nueva glorieta de
Pero bueno la mejor historia del día es la que protagoniza un señor con unos 60 años encima y muchos más kilos. Está jubilado casi con total seguridad, esto es algo que intuyo, claro, y se sube ya relatando y criticando no sé muy bien el qué. El caso es que nada más subirse arremete contra el conductor porque no pone el aire acondicionado. Es verdad que hace calor, es junio y son las tres de la tarde, pero también es cierto que el conductor nada más preguntarle le pide disculpas y le informa que está estropeado. Pero él sigue insistiendo y relatando desde el final del bus y, como se queda sin argumentos y la gente le mira, no tiene otra cosa que decirle a su amigo que aguantaba el chaparrón: “Este tío trabaja en Aucorsa y, como es una empresa municipal, es rojo fijo”. Y sigue su argumentación asegurando que como es rojo es verde, vamos ecologista, y que como es ecologista no pone el aire porque no le da la gana, para fastidiar, y ahorrar cuatro duros que luego se gastan “ellos” en irse a Cuba de turismo sexual. Ahí queda eso.
Su amigo, que ya no sabe donde meterse, le dice que no hable más tonterías, pero él continúa... "Paco, que no tengo nada en contra, pero que "esos" no son de los míos (de su forma de pensar, vamos), que son todos unos sin vergüenzas". Y una y otra vez de vuelta la cabra al monte. El autobús va completamente en silencio, a pesar de que es hora punta. Incluso los que suben se quedan callados esperando a ver cómo acababa la cosa.
Después de diez minutos insufribles, una señora que lo tiene enfrente no puede aguantar más y le dice: “Mire, que calor tenemos todos y hartos de trabajar también venimos, así que tenga mi abanico y cállese la boca, que si no comiera tanto no tendría tanto sofoco. ¡Leche con el tío, la tarde que está dando!”. El señor en cuestión se queda callado un instante. A mi me da por soltar un carcajada y los que van delante empiezan a chiflar y aplaudir. Creo que incluso el conductor no puede remediarlo y se ríe.
Con el bochorno, el señor dice algo para sus adentros y su amigo termina por recriminarle: “Ves, Antonio, si es que vas ofendiendo, y encima tu cuñado trabaja en Aucorsa”. Ahí es cuando tuve que cruzar las piernas para no mearme encima. Increíble. En la siguiente parada el señor se baja, nunca sabré si esa era la suya, pero espero que sí porque calor para ir andando hacía un rato. Lo que sí sé es que yo a mi barrio voy en bus.
miércoles, 16 de junio de 2010
Cuaderno de a bordo II
Dom Sep 03, 2006 1:42 am
Ya son las 08.00. Y llevamos exactamente dos meses soportando una angustia de la que sólo somos conscientes cuando alguien recuerda a bordo lo perdidos que podemos estar; y eso que hemos encontrado hace unos días un mapa y unas cuantas notas del capitán. Es difícil creer que aún estemos vivos, pero lo estamos, aunque no todos, eso sí. Muchos han muerto ya y la conciencia, a veces, nos hace sentir a los que quedamos como bastardos desahuciados. Sabemos lo que podemos perder si finalmente se cumple esa profecía que nos martillea cada minuto la cabeza; ese miedo, es el que nos cala hasta el tuétano y nos deja inmóviles, con una media sonrisa de postal con la que intentamos no pensar en el error que un día cometimos. Jamás debimos subirnos a un barco capitaneado por un loco, pero lo hicimos. Y ahora, navegamos a la deriva.
La tripulación me señala con el dedo. Ya se sabe que a perro flaco todo son pulgas, también sé que he errado. Lo hice, y aún no entiendo el por qué arrastre conmigo al resto de mis compañeros.
Son las 17.00 y el sol nos codena un día más, quizás por eso ya no veo nada claro, quizás nunca lo estuvo. Me deje llevar, como el resto, por sensaciones que duran apenas unos segundos en la cabeza y en el corazón, pero que permanecen impregnados en nuestras almas eternamente si no se saben controlar. Pequé de inocente y ahora pago en silencio mi condena, puesto que nadie quiere escuchar las plegarias que rezo por nuestros espíritus. El capitán delira y, con él, el barco fantasma en el que nos hemos convertido.
Hoy parecía ser un día especial, el capitán volvió a sonreír esta noche y yo con él. Pero no ha sido así. Esto me ha perturbado durante unas horas y no he comido. Jamás se debe tener en cuenta a un loco, sobre todo si por su culpa el resto está comiendo carne de su propia carne. Sin embargo, esbocé una sonrisa cuando le he visto en sus cabales, en esos con los que nos ha llevado al desastre. Quizás me esté volviendo loco o quizás sea un sueño del pasado, un delirio. No debe ser bueno para la cordura morir despierto día tras día. Esta hora corta se está haciendo ya demasiado larga.
(Continuará...)
martes, 15 de junio de 2010
A veces paseo por mi barrio
lunes, 14 de junio de 2010
Cuaderno de a bordo I
Son las 01.30. Nos hemos adentrado en el solitario mar de una noche cerrada y oscura, donde la calma y el silencio son fieles compañeros. Hemos buscado el refugio de algún barco amigo para esta noche, pero nadie ha contestado a nuestras plegarias. Quizás sea demasiado tarde para encontrar un navío cercano, incluso una balsa neumática en la que huir de un velero que se hunde. Caminamos hacia la madrugada sin rumbo, con el horizonte como solo testigo de nuestro destino. Y a lo lejos, muy pegado a la línea del alba, creemos ver lo que finalmente sólo es un espejismo, un destello semejante al de un faro cuando toca la costa. Al menos nos ha dado tiempo para pedir un deseo.
Continuamos solos, navegando entre una aparente calma chicha, con la única certeza de estar perdidos otra noche. Son las 03.45. La intuición y el olfato de un buen lobo de mar nos valen como consejeros de un viaje del que ya estamos arrepentidos de haber emprendido. Faltan víveres y agua. La locura por el rugir de las tripas comienza hacer mella en los hombres. Hace cinco días que no queda nada en las alacenas. Dicen que más sabe el diablo por viejo que por diablo, pero apenas quedan ya tripulantes que confíen en el capitán. Incluso yo comienzo a dudar cuando en apenas una noche divisa tierra una decena de veces.
Por fin comienza a amanecer hoy. Son las 06.01. El solo respiro que da ver la luz del sol hondear en las velas nos ayuda a creer que el final de la travesía puede estar cerca. A veces se desea morir. Un pensamiento que en las escasas esquinas de este barco parece murmurarse cada vez con más fuerza. ¿Por dónde saltarías al mar? ¿Por la proa, por la popa? También hay que saber morir. A ninguno de los hombres les gustaría revivir la historia de Smith, quizás por eso aún no ha saltado nadie. Es tarde, me necesitan en cubierta. Quizás este día sea más amable que las noches y días anteriores y nos mate con la algarabía que da el silencio en su ausencia. A ninguno nos gustaría morir en paz. Queremos sentir la muerte al menos y creer que luchamos para evitarla, aunque otro día más mi deseo será en balde. Hoy, tampoco nos ha llegado la hora.
domingo, 13 de junio de 2010
Cuando en la vida también hay muerte
No recuerdo si cuando soñé mi trágico final estaba pasando una mala racha, si intentaba superar un problema o si simplemente me sentía sola. Lo cierto es que me ha pasado en varias ocasiones y aún intento entender el por qué. Dicen que hay sueños que son premonitorios... os lo narro para que, como aseguran también, no se cumpla.
Mi final siempre es trágico y de leyenda. Muero joven, con éxito profesional y dejando atrás a una familia dolida, muy dolida, a la que le cuesta superar el trance. Hasta aquí puede ser lo normal, salvo por lo del éxito laboral, que en tiempos de crisis está complicado (quizás no muera tan joven entonces). Pero sí en eso de que todos los padres lloran a sus hijos, y los hermanos, y casi todos los esposos también lamentan la muerte de su mujer, de su compañera, de su amante (hasta que aparece otra). Pero cuando me ocurre vivo cada instante, cada detalle, e incluso me despierto con lágrimas en las mejillas. Es duro ver tu propio entierro, sobre todo cuando te sientes tan querida... y tan joven.
Y los detalles llegan hasta la más minúscula de las cosas... el color de las flores, el coche fúnebre, el ataúd, la esquela, el vestuario, los cotilleos, cómo se entera la gente que no está a mi alrededor en es ese fatídico momento... todo se describe pormenorizadamente. Se convierte en algo tan real que me despierto apenada y con unas ganas de vivir lo que me quede... impresionantes. Carpe diem quam minimum credula postero (Aprovecha el día, no confíes en mañana) es, desde entonces, mi mejor consejo para todos los que quiero.
Lo curioso del sueño es que dedico a cada uno de mis seres queridos, de mis amigos y de mis "enemigos" un espacio en ese funeral. Y no sólo vivo sus lágrimas, también camino con ellos unos días para ver cómo les afecta mi falta. Descubro a quienes les importo de verdad y a los que sólo estuvieron por el que dirán. Vivo penas en mi hacia su llanto, que en vida no supe distinguir, y tras resucitar vuelvo con más ganas que nunca de compartir con esas personas mi vida.
No soy religiosa, soy donantes de órganos. No me gustan los velatorios en salas frías y quiero que me incineren. Este es mi testamento vital.
Cuando la tragedia parece llegar a su máximo exponente en mi sueño y las lágrimas, imagino, se derraman por mis mejillas dormidas, es cuando mi sueño se transforma y vivo un entierro distinto. En él mi familia y amigos me recuerdan con una sonrisa en la boca, con vídeos y fotos de experiencias vividas con ellos y con anécdotas sobre mi niñez, mi adolescencia y mi forma de ser.
Manifiestan lo mucho que me echarán de menos para seguir disfrutando del futuro y de las cosas buenas que tiene la vida. A mi marido lo veo apenado, muy apenado, pero rehaciendo su vida tras vivir unos años duros. La mujer en cuestión no está a mi altura, claro, pero le ayuda a superar mi marcha repentina. Sin embargo, siempre descubro la urna con mis cenizas al fondo del salón de casa sostenida por mi madre, que cabizbaja y pensativa, me recuerda como la pequeña que acunaba entre sus brazos... no hay nada más incondicional que el amor de una madre. Te quiero mamá.
Siempre que alguien se marcha deja un vacío en todos los corazones que le quisieron y siempre tendrá un recuerdo de quién le quiso cuando la vida le sonría, porque le gustaría compartirlo con quién se fue, pero también cuando la vida se tuerza, porque echará en falta el alivio que supone una mano amiga.
En el fondo todos queremos que la gente a la que amamos no viva nuestro entierro de una forma trágica y dolorosa, quisiéramos que brindaran y bailaran en nuestra tumba, pero también es cierto que todos esperamos que nos echen de menos, señal de que significamos algo.
Amigos, si muero joven y de forma trágica, ya sabéis... comprar alguna bebida espirituosa, poner radiolé, echarme un poquito de menos, aunque sólo sea por mis silencios. Ahhh!!! y recordar lo que un día os conté, vaya ser que se cumpla también.
Amigos...Carpe diem quam minimum credula postero. Salud.
sábado, 12 de junio de 2010
Algunos apuntes sobre la vida
Dicen que el que no arriesga no gana y el que no gana no prospera, no supera sus miedos ni cumple sus sueños. Pero, ¿cuáles son los sueños que se pueden tener hoy día?, ¿a qué podemos aspirar sin volvernos locos?, ¿qué podemos alcanzar sin morir en el intento o sin dejarnos la piel o la dignidad en ello?. Ahora yo me conformo con no estar en paro.
Cumplimos años sin apenas darnos cuenta, y cuando lo hacemos creemos que hemos perdido el tiempo, que no lo hemos aprovechado del todo. Es como cuando vas de viaje y regresas, al ver las fotos siempre te queda la sensación de que podías haber exprimido aún más los días o las noches, o simplemente que podías haberte traído un souvenirs más o haber fotografiado tal o cual monumento.
Dicen que hay una edad para cada cosa, pero ¿quién marca eso?, ¿qué se supone que debo hacer a los 20, a los 30 o a los 50?. Intentamos encasillarlo todo, y es que todos tenemos, aunque lo neguemos, prejuicios. No está bien tener un novio de 20 si tienes 50, al igual que tampoco está bonito usar minifalda pasada una edad, por muy de moda que esté. Para los hombres es distinto, ellos si pueden tener una amante 30 años más joven y vestirse como playboys al divorciarse. Pero esto es otro tema.
En la vida, que es de lo que hablaba, hay a veces que el miedo te deja paralizada, no te deja pensar y casi siempre hace que recules. Si tienes miedo al fracaso, a equivocarte, ¿cómo luchas contra eso?, cuando al mismo tiempo también tienes miedo de no aprovechar las oportunidades que te brinda la vida. Durante toda mi existencia he procurado no tener que arrepentirme de no haber hecho algo, todo en lo que he creído o he deseado lo he llevado a cabo. He errado, pero he vivido.
Los libros de historia no los escriben los cobardes, eso dicen al menos. No es que quiera pasar a la historia, claro, sólo quiero mirarme al espejo y ver reflejada a una luchadora que no tiene miedo al éxito y tampoco al fracaso. Y es que no hay peor temor que el que se le tiene a veces a lograr los sueños, porque cuando los alcanzas debes de mantenerlos, cumplir las expectativas y no defraudarte ni ti misma ni a los que te rodean. Qué duro es el éxito... y quién lo pillara,no? jajaja.
Los cambios acojonan siempre porque nunca sabes si son para bien o para mal, y si encima los tienes que afrontar porque los has provocado tú, la cosa se empeora. Me gustaría leer esto en un futuro y alegrarme por lo vivido, como hasta ahora.