miércoles, 16 de junio de 2010

Cuaderno de a bordo II

Dom Sep 03, 2006 1:42 am

Ya son las 08.00. Y llevamos exactamente dos meses soportando una angustia de la que sólo somos conscientes cuando alguien recuerda a bordo lo perdidos que podemos estar; y eso que hemos encontrado hace unos días un mapa y unas cuantas notas del capitán. Es difícil creer que aún estemos vivos, pero lo estamos, aunque no todos, eso sí. Muchos han muerto ya y la conciencia, a veces, nos hace sentir a los que quedamos como bastardos desahuciados. Sabemos lo que podemos perder si finalmente se cumple esa profecía que nos martillea cada minuto la cabeza; ese miedo, es el que nos cala hasta el tuétano y nos deja inmóviles, con una media sonrisa de postal con la que intentamos no pensar en el error que un día cometimos. Jamás debimos subirnos a un barco capitaneado por un loco, pero lo hicimos. Y ahora, navegamos a la deriva.

La tripulación me señala con el dedo. Ya se sabe que a perro flaco todo son pulgas, también sé que he errado. Lo hice, y aún no entiendo el por qué arrastre conmigo al resto de mis compañeros.

Son las 17.00 y el sol nos codena un día más, quizás por eso ya no veo nada claro, quizás nunca lo estuvo. Me deje llevar, como el resto, por sensaciones que duran apenas unos segundos en la cabeza y en el corazón, pero que permanecen impregnados en nuestras almas eternamente si no se saben controlar. Pequé de inocente y ahora pago en silencio mi condena, puesto que nadie quiere escuchar las plegarias que rezo por nuestros espíritus. El capitán delira y, con él, el barco fantasma en el que nos hemos convertido.

Hoy parecía ser un día especial, el capitán volvió a sonreír esta noche y yo con él. Pero no ha sido así. Esto me ha perturbado durante unas horas y no he comido. Jamás se debe tener en cuenta a un loco, sobre todo si por su culpa el resto está comiendo carne de su propia carne. Sin embargo, esbocé una sonrisa cuando le he visto en sus cabales, en esos con los que nos ha llevado al desastre. Quizás me esté volviendo loco o quizás sea un sueño del pasado, un delirio. No debe ser bueno para la cordura morir despierto día tras día. Esta hora corta se está haciendo ya demasiado larga.

(Continuará...)


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