lunes, 14 de junio de 2010

Cuaderno de a bordo I

Sab Ago 26, 2006 1:13 am

Son las 01.30. Nos hemos adentrado en el solitario mar de una noche cerrada y oscura, donde la calma y el silencio son fieles compañeros. Hemos buscado el refugio de algún barco amigo para esta noche, pero nadie ha contestado a nuestras plegarias. Quizás sea demasiado tarde para encontrar un navío cercano, incluso una balsa neumática en la que huir de un velero que se hunde. Caminamos hacia la madrugada sin rumbo, con el horizonte como solo testigo de nuestro destino. Y a lo lejos, muy pegado a la línea del alba, creemos ver lo que finalmente sólo es un espejismo, un destello semejante al de un faro cuando toca la costa. Al menos nos ha dado tiempo para pedir un deseo.

Continuamos solos, navegando entre una aparente calma chicha, con la única certeza de estar perdidos otra noche. Son las 03.45. La intuición y el olfato de un buen lobo de mar nos valen como consejeros de un viaje del que ya estamos arrepentidos de haber emprendido. Faltan víveres y agua. La locura por el rugir de las tripas comienza hacer mella en los hombres. Hace cinco días que no queda nada en las alacenas. Dicen que más sabe el diablo por viejo que por diablo, pero apenas quedan ya tripulantes que confíen en el capitán. Incluso yo comienzo a dudar cuando en apenas una noche divisa tierra una decena de veces.

Por fin comienza a amanecer hoy. Son las 06.01. El solo respiro que da ver la luz del sol hondear en las velas nos ayuda a creer que el final de la travesía puede estar cerca. A veces se desea morir. Un pensamiento que en las escasas esquinas de este barco parece murmurarse cada vez con más fuerza. ¿Por dónde saltarías al mar? ¿Por la proa, por la popa? También hay que saber morir. A ninguno de los hombres les gustaría revivir la historia de Smith, quizás por eso aún no ha saltado nadie. Es tarde, me necesitan en cubierta. Quizás este día sea más amable que las noches y días anteriores y nos mate con la algarabía que da el silencio en su ausencia. A ninguno nos gustaría morir en paz. Queremos sentir la muerte al menos y creer que luchamos para evitarla, aunque otro día más mi deseo será en balde. Hoy, tampoco nos ha llegado la hora.
(Continuará...)

1 comentario:

  1. Este texto lo escribí hace un tiempo, lo publico ahora porque quiero retomarlo y continuar el viaje que en ese momento sólo esbocé.

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